La implementación de filtros ecológicos de aguas grises ha servido para garantizar la producción de hortalizas este año. Con esta práctica, las familias K’iche’ apuestan a la soberanía alimentaria.
Por Hugo Bulux
Los agricultores de Santa María Chiquimula, en Totonicapán, cosechan menos hortalizas en los meses de marzo a mayo de cada año debido a la falta de lluvias. Sin embargo, mediante filtros ecológicos algunas familias aprovechan las aguas grises para sus huertos familiares.
En la mayoría de las comunidades no se cuenta con sistemas de riego para la producción agrícola, y según los reglamentos comunitarios, está prohibido que el agua entubada que llega a los hogares se use para riego de hortalizas o huertos familiares.
Una familia promedio utiliza alrededor de 200 litros de agua diariamente para el lavado de la ropa. Esta cantidad puede ser reutilizada para el riego de huertos familiares mediante la implementación de filtros ecológicos de aguas grises.

En 2019, las familias de la aldea Xebé comenzaron a fabricar su propio sistema de filtros ecológicos de forma artesanal, con el apoyo de la Asociación para el Desarrollo de Santa María Chiquimula (ADESMA).
La ingeniera agrónoma Claudia Ruiz explica la importancia de implementar prácticas agrícolas para la adaptación al cambio climático, especialmente en estos municipios que son parte del Corredor Seco de Guatemala.


“La agroecología es una forma de vida desde la relación de la humanidad con la agricultura y los bienes naturales que nos provee la madre tierra. Así también, es una ciencia basada en el conocimiento de los pueblos ancestrales y contiene una serie de técnicas que tienen como principios el respeto, el equilibrio y la complementariedad dentro de los sistemas de producción agrícola, pecuaria y artesanal”, indica.
San María Chiquimula está habitado por la población maya K’iche’ y tiene como base de su alimentación el maíz. Sin embargo, es el municipio del departamento de Totonicapán que registra los índices más altos de desnutrición infantil.

Según registros del Centro de Atención Permanente (CAP) de ese municipio de Totonicapán, para mayo del 2024, el 72% de niños y niñas menores de 5 años monitoreados, presentan retraso de crecimiento, característica principal de la desnutrición crónica. En este centro asistencial se registra un total de treinta casos de niños y niñas con desnutrición aguda, considerada una emergencia, ya que implica la falta de la mayoría de nutrientes en el organismo, lo que puede provocar la muerte.
¿Cómo se construye un filtro ecológico?
David Mejía Chacaj, de 47 años, padre de dos hijas y dos hijos, se inició como promotor agrícola hace veintidós años en la Asociación para el Desarrollo de Santa María Chiquimula.

Actualmente es el coordinador de esta organización, que acompaña a un total de 75 mujeres y diez hombres de varias comunidades del municipio en temas relacionados a la agroecología. Él es quien explica el proceso para la fabricación de estos filtros. Lo primero es contar con un terreno que tenga algún grado de inclinación. Los principales materiales utilizados para este sistema son llantas viejas, toneles de plástico, carbón, arena o piedrín y tubos de plástico.
Fotos de Hugo Bulux
El proceso consiste en captar el agua de los lavaderos o duchas (que lleva jabón o cloro). La captación se hace con tubos de plástico. El agua pasa por diferentes cámaras: la primera cámara la constituyen las llantas o toneles llenas de carbón. La segunda cámara es un bote o cubeta con piedrín y arena.
Para que el agua pueda usarse para el riego de los huertos no debe tener mal olor, y debe tener más claridad que la que ingresa en la primera cámara.

Dentro de las recomendaciones para el uso de los filtros ecológicos de aguas grises están: cambiar los materiales cada tres o cuatro meses, dependiendo de su uso, y no lavar pañales o envases con residuos químicos.
Gracias al uso de los filtros de agua, durante los periodos de sequía, David Mejía pudo producir cebolla, repollo y arveja china, una parte para el consumo familiar y la mayor parte para la venta dentro de su aldea Xebé y en el mercado municipal de San María Chiquimula. Otras familias están produciendo también rábano y acelga.
El uso de estos filtros tiene grandes beneficios, ya que la época seca se ha alargado y ha limitado la producción de alimentos y como consecuencia se reduce la disponibilidad de alimentos.
Con la implementación de estos sistemas se garantiza la producción en casi cualquier época del año, se garantiza la disponibilidad y acceso a alimentos saludables y se mejora la seguridad alimentaria y nutricional, previniendo la desnutrición en sus diferentes tipos y en el caso de David, la venta ha mejorado sus ingresos económicos.

Claudia Ruiz agrega que estas prácticas tienen como efecto un mayor empoderamiento acerca de los territorios, lo que significa un pilar fundamental para la soberanía alimentaria. “Hemos aprendido que el mayor beneficio es la organización, la recuperación del suelo, el aire, el agua, las semillas nativas y criollas y el cuidado de los animales que nos proveen alimento, así como la recuperación de la familia y las relaciones en igualdad y equidad tanto a lo interno como a lo externo. Y, sobre todo, que la organización genera una forma de producir, preparar, consumir y vender los alimentos”, agrega.
Este texto se realizó en el marco de la Sala de Creación comunitaria y medioambiental, un ejercicio periodístico colectivo organizado con un grupo de periodistas de territorios de Prensa Comunitaria, bajo la coordinación de Francisco Simón.