A 13 años de resistencia contra la minería, La Puya reafirma su compromiso en defensa del territorio

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Créditos: Derik Mazariegos
Tiempo de lectura: 4 minutos

 

El 2 de marzo de 2025, como cada año desde hace trece años, las comunidades de San José del Golfo y San Pedro Ayampuc volvieron a reunirse en La Puya. No fue una conmemoración festiva, sino un espacio para reafirmar la resistencia. La amenaza minera sigue presente, los intentos de imposición no han cesado y las comunidades continúan organizándose para defender su territorio.

Desde hace 13 años, La Puya simboliza una resistencia inquebrantable contra la minería. A pesar de la represión y el desgaste, las comunidades siguen defendiendo su territorio, su agua y su derecho a decidir.

Por Derik Mazariegos

La lucha inició en 2012 como respuesta a la instalación del proyecto minero El Tambor. Desde entonces, la estrategia de la empresa y del Estado ha sido clara: ignorar las demandas de las comunidades, criminalizar a sus líderes y lideresas y desgastar el movimiento mediante procesos judiciales y represión. Sin embargo, la resistencia se ha sostenido, no solo como un plantón frente a la mina, sino como un modelo de organización comunitaria que ha trascendido los intentos de debilitamiento.

San José del Golfo y San Pedro Ayampuc forman parte de un territorio Maya y Xinka históricamente invisibilizado. La resistencia en La Puya no solo es una lucha contra la imposición minera, sino también un esfuerzo por el reconocimiento de los pueblos que han habitado esta región y que han sido excluidos de los procesos de decisión sobre sus propios territorios.

Celebración de misa en La Puya en el 13 aniversario de su resistencia ante la mina El Tambor. Foto de Derik Mazariegos

Las dinámicas comunitarias, los intercambios entre pueblos y el tejido social que sostiene estas comunidades están en riesgo frente al avance del extractivismo, que fragmenta, desplaza y contamina.

Un aniversario con actividades de articulación

El día inició con una carrera de 5 kilómetros, que reunió a personas de diferentes comunidades, no solo en una competencia deportiva, sino en un espacio de encuentro y reafirmación de la lucha.

Las expresiones artísticas también fueron parte fundamental de la jornada. Se presentaron obras de teatro que abordan la historia del mestizaje indígena ancestral en los pueblos Maya y Xinka, destacando la resistencia cultural frente a los procesos de invisibilización y despojo. A través de la representación escénica, se reflexionó sobre la memoria comunitaria y la identidad de los pueblos que han sido históricamente marginados.

Posteriormente, se entregó un cuadro de la advocación de la Virgen de la Montaña, obra del artista Daniel Lemus, como un símbolo de respaldo a quienes han sostenido este proceso durante más de una década.

Como parte del carácter interreligioso del movimiento, se realizó una misa, un momento de comunión para quienes encuentran en la fe una fuente de fortaleza en la defensa del territorio. La misa estuvo presidida por el párroco de la comunidad de Carrizal, el padre Cesáreo Barrera y otros sacerdotes que han acompañado a la resistencia pacífica de La Puya desde sus inicios, como el padre Prudencio Rodríguez.

También se llevaron a cabo presentaciones artísticas, entre ellas la de “Los Espíritus del Cerro”, banda del Colectivo Chiviricuarta de Palencia, cuya participación sirvió de antesala para la presentación de una investigación sobre las percepciones comunitarias respecto a la minería, la deforestación, la contaminación y la organización en San Pedro Ayampuc, San José del Golfo, Palencia y San Antonio La Paz.

La editora Ana Cofiño y María Xol presentan el libro “Memorias de una resistencia pacífica”. Foto de Derik Mazariegos

El estudio evidencia que los impactos ambientales y sociales de la actividad extractiva no se limitan a un municipio o una comunidad. La contaminación del agua y la deforestación afectan a un territorio más amplio, lo que hace necesaria una articulación regional para enfrentar estos problemas de manera conjunta.

Otro momento clave de la jornada fue la presentación del libro “Memorias de una resistencia pacífica”, de María Xol, quien estuvo acompañada de Ana Cofiño, editora del libro. La obra recoge testimonios y relatos sobre los años de lucha en La Puya y busca ser un registro de la resistencia, así como una herramienta para visibilizar la organización comunitaria. Su presencia en el evento reafirmó el papel de la memoria en la defensa del territorio y la importancia de documentar estos procesos de lucha.

La resistencia sigue

A trece años del inicio de La Puya, la minera sigue buscando nuevas estrategias para operar. La consulta comunitaria, establecida en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sigue sin garantizar un proceso real de participación, y los intereses económicos continúan pesando más que la voluntad de las comunidades. Paralelamente, la persecución judicial contra los defensores del territorio se mantiene como una táctica de intimidación.

Sin embargo, la resistencia se mantiene. Las comunidades continúan enfrentando desafíos significativos y la lucha sigue enfocada en la oposición a la minería y en la protección del agua, la tierra y la vida. Aunque la articulación regional sigue siendo un reto, el compromiso de las comunidades con la defensa del territorio persiste.

El 2 de marzo terminó, pero la resistencia no. Lo que está en juego no es solo el presente, sino el futuro de quienes habitan el territorio. En un contexto donde las amenazas persisten, la organización comunitaria sigue siendo la principal herramienta de defensa.

Conoce más detalles acá:

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